Edición Médica

Martes, 09 de diciembre de 2025
16:21
Ecuador | Colombia
Genética y Ciencia
Glifosato cuestionado del campo a los genes: evidencia científica, conflictos de interés y responsabilidad sanitaria


Martes, 09 de diciembre de 2025, a las 12:36
César Paz-y-Miño. Investigador en Genética y Genómica Médica. Universidad UTE.
 
El glifosato, el herbicida más utilizado del planeta, ha sido presentado durante décadas como un compuesto de “baja toxicidad”. Sin embargo, la acumulación progresiva de evidencia científica, los litigios internacionales, la reclasificación por organismos de salud y, de manera muy especial, los estudios genéticos realizados en poblaciones humanas expuestas, obligan hoy a replantear de forma crítica este discurso.
 
La controversia ya no es solo agronómica: es genética, oncológica, ética, política y geopolítica. La imagen del glifosato como un insumo agrícola “seguro” se ha ido resquebrajando bajo el peso de datos moleculares, fallos judiciales, estudios poblacionales y conflictos de interés científicamente documentados.
 
Un punto de quiebre clave se produce este 28 de noviembre 2025, cuando una revista científica internacional (Regulatory Toxicology and Pharmacology), se retractó de la publicación (año 2000) de un estudio que respaldaba la seguridad del glifosato, alegando: “serias preocupaciones éticas”. Aquella investigación había sido ampliamente utilizada como argumento de defensa por Monsanto/Bayer, pese a que luego se demostró, que se basaba en información influenciada por la propia empresa y que, existieron conflictos de interés no declarados.
 
Este episodio no fue aislado, sino que expuso una práctica reiterada: la construcción deliberada de incertidumbre científica como estrategia de mercado, una táctica históricamente utilizada por industrias de alto impacto sanitario, como ocurrió previamente con el tabaco, le vapeo, el asbesto y ciertos plaguicidas organoclorados.
 
Mientras se cuestionaba al glifosato, incluido nosotros que investigamos sus efectos, los tribunales comenzaron a llenar el vacío que los sistemas regulatorios dejaron abierto. Un jurado de California condenó a Monsanto a pagar 289 millones de dólares por causar un linfoma no Hodgkin a un trabajador expuesto crónicamente al glifosato. Desde entonces, miles de demandas se han acumulado en Estados Unidos, América Latina y Europa. Este fallo no es anecdótico: reconoce judicialmente la relación causal entre exposición crónica y cáncer, algo que veníamos señalando científicamente desde años atrás, pero que los marcos regulatorios se resistían a asumir en toda su magnitud.
 
En 2015, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC-OMS) reclasificó al glifosato como probablemente cancerígeno para humanos (Grupo 2A). La decisión se basó en tres pilares: el aumento de linfoma no Hodgkin en trabajadores agrícolas, la evidencia experimental de formación tumoral en animales y el daño genético demostrado en modelos celulares humanos, así como ADN de expuestos. Años más tarde, un gran estudio prospectivo con más de 50.000 trabajadores agrícolas en Estados Unidos confirmó, además, su asociación con leucemia mieloide aguda.
 
La reacción de la empresa fue un ataque frontal a científicos (incluyéndome), agencias regulatorias y sistemas de evaluación independientes, algo inédito en la historia reciente de la salud pública, que evidenció hasta qué punto los intereses económicos pueden intentar desbordar los límites del control científico.
 
Sin embargo, a diferencia de muchos países, donde la discusión se sostiene sobre modelos animales, biomarcadores indirectos o estudios ocupacionales con múltiples variables de confusión, Ecuador constituye uno de los pocos escenarios del mundo, donde se documentó daño genético directo en población civil expuesta ambientalmente al glifosato por aspersión aérea.
 
Entre los años 2000 y 2007, comunidades del norte amazónico ecuatoriano, en especial de la provincia de Sucumbíos, fueron expuestas a aspersiones aéreas con mezclas de glifosato al 44 por ciento, acompañadas de surfactantes altamente penetrantes como POEA y el adyuvante Cosmoflux 411F. A partir de este escenario extremo de exposición forzada, desarrollamos estudios biomédicos de base poblacional con metodologías citogenéticas y moleculares.
 
Mediante el ensayo cometa, uno de los métodos más sensibles para evaluar roturas del ADN en células humanas, se demostró que las personas fumigadas presentaban un incremento altamente significativo del daño genético, con longitudes de cometa promedio de 35,5 micrómetros frente a 20,9 micrómetros en controles no expuestos, con diferencias estadísticamente contundentes (p < 0,001). Esto no es una inferencia teórica: implica rupturas reales en las cadenas de ADN, es decir, mutación estructural directa del material genético humano inducida por la exposición al herbicida. Datos adicionalmente demostrados con estudios de cromosomas de los expuestos.
 
Posteriormente, un estudio poblacional más amplio en comunidades fronterizas del norte del Ecuador, evaluó genes esenciales para la protección celular frente a tóxicos ambientales. Se analizaron polimorfismos en genes GSTP1 (Ile105Val), GPX-1 (Pro198Leu) y XRCC1 (Arg399Gln), genes involucrados en detoxificación, control del estrés oxidativo y reparación del ADN, respectivamente. Los resultados fueron biológicamente alarmantes: los individuos con la variante GSTP1 Val/Val mostraron un riesgo casi cinco veces mayor de disfunción en detoxificación celular; los portadores del genotipo GPX-1 Leu/Leu alcanzaron un riesgo 8,5 veces mayor de falla en el control oxidativo. Esto significa que el glifosato no solo actúa como agente genotóxico directo, sino que debilita los propios sistemas genéticos encargados de neutralizar y reparar el daño. Este doble mecanismo, daño directo más colapso de la defensa molecular, configura un escenario biológico propicio para la carcinogénesis.
 
En las poblaciones fumigadas del norte ecuatoriano se documentaron, además, incrementos de abortos espontáneos (hasta 12,7 por ciento), presencia de malformaciones congénitas, trastornos respiratorios, dermatológicos, gastrointestinales y neurológicos, así como una alta carga de afectación psicológica, con prevalencias elevadas de ansiedad, depresión y miedo crónico. No se trata únicamente de toxicología experimental: se trata de biología del sufrimiento humano, donde el cuerpo, la salud mental, la reproducción y la estabilidad social se ven alteradas de forma simultánea. Lo lamentable es que jamás se ha hecho un seguimiento de salud y genética a estas poblaciones asperjadas con glifosato en grandes cantidades.
 
Más allá del linfoma no Hodgkin, el glifosato se asocia hoy, con más de veinte patologías crónicas, entre ellas leucemias, cáncer de hígado, tiroides, páncreas, vejiga y riñón, diabetes tipo 2, enfermedad renal crónica, hipertensión arterial, esclerosis múltiple, trastornos del metabolismo lipídico e infertilidad. Desde la biología molecular, estos efectos se explican por la activación persistente del estrés oxidativo, la inestabilidad genómica, la disrupción endocrina y la activación de vías oncogénicas latentes.
 
El conflicto entre Ecuador y Colombia por las aspersiones con glifosato reveló además una dimensión geopolítica profunda: la ausencia de sistemas robustos de vigilancia genética y ambiental en zonas vulnerables, lo que deja a las poblaciones expuestas en situación de indefensión científica. A pesar del acuerdo internacional, Ecuador quedó en una posición frágil, sin infraestructura suficiente para demostrar, con rapidez y precisión, futuras exposiciones tóxicas. Esto revela una verdad incómoda: los países más pobres terminan siendo los campos experimentales de los tóxicos globales.
 
Hoy, la evidencia integrada es clara y difícil de refutar. El glifosato produce daño directo al ADN humano, altera genes de protección celular, se asocia con cánceres, genera daño reproductivo, neurológico y psicológico, su defensa histórica se ha sostenido en incertidumbre inducida, ha sido condenado por tribunales de justicia y ha sido cuestionado por organismos internacionales de salud.
 
Desde una perspectiva científica, evolutiva y genética, el glifosato actúa como un agente de presión mutagénica ambiental que afecta no solo a individuos, sino potencialmente a generaciones futuras. No es solo un problema agrícola: es un problema de salud pública, justicia genética y bioética global. Regularlo o prohibirlo, no es ideología. Es biología y genética.
 
Tabla. Evidencias de daño por glifosato en Ecuador y a nivel internacional
 
Tipo de daño Evidencia en Ecuador Evidencia internacional Mecanismo biológico implicado Consecuencia sanitaria
Daño estructural del ADN Ensayo cometa con aumento significativo de rupturas (35,5 μm vs 25,9 μm; p < 0,001) Estudios in vitro en células humanas y animales Genotoxicidad directa Mutaciones, inestabilidad genómica
Alteración de GSTP1 Polimorfismo Val/Val con OR ≈ 5 Asociaciones con susceptibilidad a tóxicos Fallo en detoxificación celular Acumulación de tóxicos
Alteración de GPX-1 Polimorfismo Leu/Leu con OR ≈ 8,5 Reportes de estrés oxidativo crónico Aumento de radicales libres Daño a proteínas, lípidos y ADN
Fallo en reparación (XRCC1) Alteraciones en genes reparadores Evidencia experimental en genotoxicidad Defectos en reparación del ADN Persistencia de mutaciones
Abortos espontáneos Incremento hasta 12,7% Reportes en poblaciones agrícolas Daño embrionario temprano Pérdida reproductiva
Malformaciones congénitas Casos documentados en zonas fumigadas Modelos animales expuestos Disrupción del desarrollo Defectos estructurales
Linfoma no Hodgkin Exposición ambiental en frontera Estudios ocupacionales, fallos judiciales Activación oncogénica Cáncer hematológico
Leucemia mieloide aguda No documentada aún en series amplias Cohortes agrícolas en EE. UU. Daño clonal hematopoyético Cáncer de sangre
Daño neurológico Cefalea, insomnio, parestesias Neurotoxicidad experimental Alteración sináptica Déficit funcional
Daño psicológico Ansiedad, depresión, miedo crónico Estrés tóxico comunitario Eje neuroendocrino alterado Afectación psicosocial
 

MÁS ARTÍCULOS
Los Relojes Rotos del Genoma: Envejecimientos, mosaicos genéticos y la biología oculta del deterioro (el 04 de diciembre de 2025)
Genes que despiertan de la nada: El testimonio molecular de 166 años de evolución humana (el 25 de noviembre de 2025)
Superman y el examen genético de la humanidad: entre la mutación, la ética y el mito del superhombre (el 19 de noviembre de 2025)
La genética silenciada del pueblo: enfermedades raras no diagnosticadas (el 14 de noviembre de 2025)
El mito del Pishtaco: el vampiro de la grasa, el genoma y la memoria (el 10 de noviembre de 2025)
Drácula y otros vampiros latinoamericanos: entre el mito de la inmortalidad y la genética de la longevidad (el 31 de octubre de 2025)
El ADN de la humanidad: rescatar la fraternidad desde la ciencia (el 28 de octubre de 2025)
El Chuzalongo: mito, cine, cuerpo y genética del miedo (el 23 de octubre de 2025)
El riesgo de invisibilizar la anemia infantil: una crítica global a la reclasificación de la OMS (el 15 de octubre de 2025)
El Hombre de Piedra: entre la fábula y la genética (el 08 de octubre de 2025)
Asociación entre Autismo y Paracetamol: Examinando la Evidencia Genética (el 01 de octubre de 2025)
CRISPR: crítica a la visión catastrofista y defensa científica de la edición génica (el 23 de septiembre de 2025)
Popeye el marino: entre espinacas, músculos y genes (el 16 de septiembre de 2025)
El tamizaje neonatal en Ecuador: avances actuales, brechas persistentes y urgencia de expansión tecnológica (el 09 de septiembre de 2025)
Pinocho: la genética del crecimiento y la búsqueda de identidad (el 01 de septiembre de 2025)
El Síndrome de la Cenicienta: de la fantasía a la dermatología (el 22 de agosto de 2025)
El síndrome de la Bella Durmiente: entre el mito, el sueño y los genes (el 12 de agosto de 2025)
Los siete síndromes en el cuento de Blanca Nieves: Genes y justicia biológica (el 08 de agosto de 2025)
Tatuajes, cáncer y susceptibilidad genética (el 29 de julio de 2025)
Solo cuatro productos nos están matando: genética, entorno y lucro en la era de la enfermedad comercial (el 22 de julio de 2025)
Libre comercio, medicina y genética: ¿puede la salud competir en el mercado? (el 16 de julio de 2025)
Ciencia abierta en 2025: del principio ético a la transformación estructural del conocimiento (el 08 de julio de 2025)
Vapores que dejan huella: el tabaco y el vapeo alteran nuestro genoma (el 30 de junio de 2025)
Acción por la Salud de las Mujeres: un análisis de las brechas, los avances y las tareas pendientes en la equidad médica (el 24 de junio de 2025)
Genoma en riesgo: la medicina del futuro necesita una ciberbioseguridad del presente (el 17 de junio de 2025)
Diversidad biológica: sin genes, tampoco hay salud (el 10 de junio de 2025)
El enigmático mundo de los cromosomas en anillo: una nueva base de datos abre caminos en genética clínica (el 04 de junio de 2025)
Desafíos sobre la prevalencia del Síndrome de Down a nivel global y en el Ecuador (el 27 de mayo de 2025)
Enfermedades raras: un desafío global con respuesta global (el 25 de febrero de 2025)
ver m�s art�culos