César Paz-y-Miño. Investigador en Genética y Genómica Médica. Universidad UTE.
Un cambio en la definición que altera el panorama
La propuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2024 de reducir los valores de hemoglobina para diagnosticar anemia en menores de dos años (de 11 g/dL a 10,5 g/dL) ha tenido consecuencias inmediatas en las estadísticas. Países como Perú y Argentina han visto reducida la prevalencia reportada casi a la mitad: de cifras cercanas al 45–47 por ciento a valores alrededor del 25 por ciento.
Este simple ajuste transforma un problema considerado “severo” en uno “moderado” según la clasificación de la OMS, pese a que en la práctica la condición clínica de los niños y niñas no se ha modificado. La preocupación de investigadores y clínicos es clara: los números bajan en los informes, pero no en las salas de consulta ni en los hogares.
Magnitud global del problema
La anemia sigue siendo uno de los trastornos nutricionales más extendidos en el mundo:
1. La OMS estima que 1.620 millones de personas viven con anemia (aprox. el 24,8 por ciento de la población mundial).
2. Entre los niños de 6 a 59 meses, la prevalencia global es de 42,6 por ciento. En África alcanza el 62 por ciento, en Asia el 53 por ciento y en América Latina y el Caribe ronda el 28-30 por ciento.
3. La anemia es responsable del 50 por ciento de los casos de retraso del desarrollo cognitivo prevenible en menores de 5 años.
4. Cada año contribuye a más de 100.000 muertes maternas y perinatales asociadas a deficiencia de hierro.
Estos datos muestran que se trata de un problema estructural, con consecuencias biológicas, sociales y económicas profundas.
El caso de Ecuador
En Ecuador, la situación refleja la tendencia regional. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT, 2018), alrededor del 25 por ciento de los niños menores de 5 años presentan anemia, con una mayor prevalencia en lactantes de 6 a 24 meses, donde supera el 40 por ciento en algunos contextos rurales e indígenas.
El impacto es doble:
1. Biológico y cognitivo, con riesgo de déficit en el aprendizaje y desarrollo neurológico.
2. Socioeconómico, pues la anemia perpetúa el ciclo de pobreza y vulnerabilidad, afectando la productividad futura.
En este contexto, bajar los puntos de corte significaría invisibilizar un problema, que ya de por sí está subestimado en zonas rurales, amazónicas y de difícil acceso, donde los determinantes sociales y la desnutrición crónica se combinan con deficiencias micronutricionales.
Anemias congénitas y genéticas: un componente olvidado
Si bien la deficiencia de hierro representa alrededor del 60 por ciento de las causas de anemia, no debe ignorarse la importancia de las anemias congénitas y genéticas:
- Hemoglobinopatías como la drepanocitosis (anemia falciforme), presente en población afro del Ecuador y las talasemias, prevalentes en África, Asia y en menor medida en Latinoamérica.
- Deficiencias enzimáticas, como la deficiencia de G6PD, que predisponen a crisis hemolíticas, presente en Ecuador.
- Anemias sideroblásticas y congénitas raras, vinculadas a mutaciones en genes como ALAS2 o SLC25A38, no estudiadas en el país.
En Ecuador, aunque la prevalencia de hemoglobinopatías es baja comparada con regiones endémicas, se han descrito casos de portadores de talasemias y variantes de hemoglobina (HbS, HbC, HbE) en población costeña, afro e indígena. Estos cuadros, al coexistir con anemia nutricional, complican el diagnóstico y el tratamiento, ya que no responden a suplementación con hierro y requieren un enfoque hematológico especializado.
Incluir a las anemias congénitas en la agenda de salud pública es fundamental, porque representan un desafío diagnóstico en países de ingresos medios donde los recursos son limitados y donde el subregistro es frecuente.
El impacto real en la infancia
Reducir los puntos de corte no altera la fisiología del niño:
- Un lactante con hemoglobina de 10,6 g/dL sigue teniendo menor capacidad de transporte de oxígeno, mayor vulnerabilidad a infecciones y riesgo de alteraciones en el neurodesarrollo.
- El déficit de hierro en los primeros dos años puede causar un déficit irreversible de memoria, aprendizaje y rendimiento escolar.
- A nivel poblacional, se traduce en pérdida de productividad económica: se estima que la anemia infantil reduce el Producto Interno Bruto (PIB) de los países entre 0,4 por ciento y 4,0 por ciento, según la magnitud del problema.
El dilema político y ético
El cambio en los criterios de diagnóstico corre el riesgo de usarlo como excusa para disminuir recursos y programas, tal como ya ocurre en el país. Esto sería devastador, sobre todo en regiones donde la anemia persiste desde hace más de 40 años sin mejoras significativas, a pesar de las inversiones en suplementación con hierro y fortificación alimentaria.
Centrarse exclusivamente en el hierro ha demostrado ser insuficiente: la anemia multifactorial incluye causas como:
- Inflamación crónica e infecciones (malaria, tuberculosis, parasitosis).
- Deficiencia de otros micronutrientes (vitamina A, ácido fólico, vitamina B12).
- Bajo peso al nacer y mala salud materna.
- Inseguridad alimentaria y dietas poco diversificadas.
- Enfermedades hematológicas congénitas y genéticas.
El camino hacia soluciones integrales
Lo que se necesita no es bajar los umbrales de diagnóstico, sino elevar el compromiso global, social, económico y de equidad con medidas integrales:
1. Programas de suplementación combinada (hierro + ácido fólico + otros micronutrientes).
2. Fortificación obligatoria de harinas, lácteos y alimentos infantiles.
3. Diagnóstico diferencial para identificar anemia inflamatoria y genética.
4. Tamizaje neonatal y pediátrico para hemoglobinopatías y anemias congénitas.
5. Inversión en salud materna para reducir la transmisión de riesgos desde el embarazo.
6. Intervenciones sociales estructurales: combate a la pobreza, inseguridad alimentaria y acceso universal a servicios básicos.
7. Salud gratuita para grupos vulnerables.
La anemia infantil no desaparece por redefinir cifras. Menos diagnósticos no significan menos enfermedad. La infancia sigue expuesta a un problema que compromete el futuro de las comunidades y el desarrollo económico de los países.
En Ecuador y en el mundo, la lucha contra la anemia debe incorporar tanto la dimensión nutricional como la genética, garantizando que ningún niño quede fuera de diagnóstico y tratamiento por decisiones administrativas o simplificaciones estadísticas.
Tabla 1. Comparación de prevalencias y características de anemia nutricional vs. congénita/genética en Ecuador y América Latina
Claves de interpretación: La anemia nutricional sigue siendo el problema dominante en Ecuador y la región. Las anemias congénitas/genéticas son raras pero subdiagnosticadas, con impacto desproporcionado en la salud infantil por falta de tamizaje. La política pública debe integrar nutrición + genética para enfrentar la carga dual del problema.