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ANÁLISIS COYUNTURAL
La violencia y el maltrato hacia los estudiantes de Medicina están naturalizados en Ecuador
Actualmente se están observando nuevas formas de violencia en contra de los estudiantes
Miércoles, 02 de noviembre de 2022, a las 17:42
Ana Luca Martnez, miembro de REMCI.

Ana Lucía Martínez, miembro de REMCI.


Jonathan Veletanga. Quito
En octubre el país observó una lamentable situación, un interno rotativo de Medicina del Hospital General Docente de Ambato se quitó la vida porque sufría un cuadro depresivo derivado, aparentemente, de una alta carga de trabajo, acoso laboral y dificultades para costear su tratamiento.
 
La tragedia ha puesto sobre la mesa, una vez más, que existe un componente fuerte de violencia y maltrato en la educación médica, que lastimosamente está naturalizado dentro de las Escuelas de Medicina, ha considerado Ana Lucía Martínez, docente e investigadora, miembro de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (REMCI).
 
“Desde el 2017 hasta ahora, hemos visto que lamentablemente no hay cambios. En este lapso de tiempo, no solo se ha presentado el lamentable fallecimiento de este estudiante de Medicina, también tenemos otros casos que se mantienen en procesos de investigación, como es el caso Brenda, en la provincia de Manabí, donde hubo una agresión sexual a una interna de Medicina por parte de tres profesionales que tenían un rango superior y abusaron de el para cometer un delito”, ha manifestado la galena en entrevista con EDICIÓN MÉDICA.
 
En 2017, investigadores de la Universidad de las Américas (UDLA), entre ellos Martínez, realizaron un primer estudio relacionado a los tipos de maltratos que viven los estudiantes de pregrado de Medicina en el país. Se reveló que la violencia es un fenómeno muy frecuente tanto en universidades públicas como privadas, y que los docentes son los principales causantes de ello. De hecho, el “97 por ciento de los estudiantes fueron víctimas o presenciaron un acto de maltrato durante su formación”.
   
Es decir, este tipo de casos no son aislados, por lo contrario, muestran una realidad histórica. Por ello, es fundamental que se reconozca a la violencia como un “problema extremadamente naturalizado” dentro de la formación médica.
 
Sin embargo, lo que preocupa e indigna es que ni las facultades de Medicina, ni las autoridades, ni los gremios médicos, ni la institucionalidad se han pronunciado en favor de reconocer que la violencia es un problema propio de la educación médica.
 
La institución médica no ha reconocido que hay un problema de violencia y negligencia en lo que tiene que ver con la garantía y aseguramiento de la salud mental de los estudiantes de Medicina y los profesionales de la salud…”. Más bien “se reconoce (a la violencia) como parte de las estrategias disciplinarias propias de la formación médica”, desde las generaciones más maduras de profesionales de la salud hasta los estudiantes que están ingresando en este momento a la Academia, ha explicado Martínez.
 
Por esta razón, ha exhortado a los diversos actores a reconocer el problema de la violencia porque solo así se podrán tomar correctivos y realizar cambios estructurales necesarios en el sistema educativo, que es “totalmente arcaico y que está cayendo en desuso… No podemos seguir pensando en la necesidad de mantener a la institución médica y a la educación médica como un sistema jerárquico, que funciona a partir de las jerarquías y el abuso de esa jerarquía a través del poder”, ha sentenciado la investigadora.
 
Tipos de violencia
 
Martínez ha asegurado que, en la actualidad, dentro de las Escuelas de Medicina se siguen ejerciendo las mismas formas de violencia identificadas en el 2017, pero ahora quienes las ejercen son los profesionales de las nuevas generaciones. Esto quiere decir que es un ciclo basado en “la reproducción continua e incluso exacerbada de las prácticas de violencia que habíamos encontrado en un momento”
 
Pero eso no es todo, también se están observando nuevas formas de violencia, que están relacionadas con temas socioeconómicos, clases sociales, etc. Por ejemplo, “cuando los estudiantes de las universidades privadas van a los hospitales públicos son maltratados y viceversa”, ha aseverado.
 
De esta manera, “tenemos un sistema institucionalizado de violencia académica”, en favor del ejercicio del poder. Por ello, Martínez ha planteado la posibilidad y necesidad de realizar una nueva fase del estudio para identificar las nuevas formas de maltrato y cómo se están agravando con las condiciones generadas por la pandemia.
 
Medicina no es una carrera a la que hay que sobrevivir, es una carrera del que uno tiene que estar enamorado, tiene que estar con el corazón completamente comprometido y, por su puesto, es el deber de la Academia, de la docencia y de la mentoría que realizamos, el mostrarles que justamente todos esos elementos son posibles, no a partir del maltrato sino del compromiso y la vocación”, ha concluido Martínez.

Resultados del estudio de 2017.





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