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RESULTADOS DE ESTUDIO
Las Reformas a la Ley de Educación Superior del 2008, ¿beneficiaron al país con investigación prioritaria?
Solo el 9 por ciento de la producción científica involucró las causas primarias de mortalidad
Martes, 19 de enero de 2021, a las 16:45
Ivn Sisa, investigador de la USFQ.

Iván Sisa, investigador de la USFQ.


Cristina Coello. Quito
Encontrar soluciones a los reales problemas de salud que aqueja a la población ecuatoriana requieren investigación de alta calidad y, en 2008, ya se intentó mejorar la educación superior para estimularla y mejorar la salud de la población.
 
Al menos eso fue lo que pretendió el 'Mandato 14' (que evaluó y clasificó a las universidades) y la Ley de Educación Superior-LOES (que promovía la investigación) aplicados en 2008 y 2010, respectivamente, ha recordado Iván Sisa, docente y presidente del Comité de Ética de Investigación en Seres Humanos (CEISH) de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
 
El investigador ha compartido con EDICIÓN MÉDICA su último estudio (aquí el enlace) donde evalúa la producción de artículos científicos en ciencias de la salud y su relación con las prioridades de salud que tiene el país antes y después de esas reformas.
 
Con la LOES, todos los esfuerzos de investigación y docencia realizados en el país debían estar alineados con las necesidades sociales, económicas y de salud del país, pero una de las conclusiones de ese estudio es que la investigación en salud ha ejercido poco impacto sobre las enfermedades prioritarias.
 
Para esta investigación se revisaron 2.784 artículos publicados en la base de datos bibliográfica Scopus (salud pública, clínica quirúrgica, ciencia básica, investigación traslacional, etc.) y se realizó un análisis comparativo entre el tipo de estudios aplicados entre 1999 - 2008 y luego de 2009 a 2017.
 
Sisa ha comentado que “lo que más hacemos en el país” es investigación de tipo observacional (corte transversal), usualmente estudios de prevalencia (encuestas). Pero en el periodo previo a las reformas se identificaron 45 estudios longitudinales, clínicos, ramdomizados, los cuales disminuyeron a 38 después de 2008.
 
“Eso debe llamarnos la atención y determinar qué está pasando. ¿Son trabas en permisos o barreras en la legislación?, por qué se desaceleró” ese tipo de investigación, se ha preguntado Sisa.
 
Pero, por otro lado, en lo relacionado al enfoque de investigación en Ciencia Básica después de 2008 aumentó de 136 a 470 publicaciones. “Eso es bueno”, ha dicho el investigador, pero eso también ha implicado que bajo el porcentaje de investigación dedicada a abordar las prioridades de salud del país.
 
Algunos resultados
 
En general entre 1999 y 2017, el diseño de estudio más común fue transversal (32,3 por ciento), la orientación principal de investigación fue en el área clínico-quirúrgica (49,3 por ciento).
 
En el análisis se ha evidenciado que las instituciones académicas fueron los principales impulsores de la producción científica durante el período 2009 -2017 (56,9 por ciento frente a 29,5 por ciento entre 1999 -2008).
 
También se ha encontrado una disminución en la producción de ensayos controlados aleatorios (6,7 por ciento frente a 1,8 por ciento) y que solo el 9,3 por ciento de la producción de investigación involucró las causas primarias de mortalidad, y la proporción se ha mantenido sin cambios a lo largo del tiempo.
 
Un tema politizado
 
Para Sisa este tema puede politizarse porque aparentemente en el periodo 2008 – 2017 se ha incrementado exponencialmente la producción científica en el país. No obstante, hay que recordar que una de las reformas “creo una suerte de presión” a las universidades para alcanzar una buena calificación y mantener su acreditación y por tanto su funcionamiento.
 
“Necesitábamos publicar lo más rápido posible”, ha reconocido Sisa. “Uno puede ver que el componente y el grueso de la investigación está en los estudios de corte transversal, luego los de revisión de la literatura y luego los ecológicos”.
 
Por lo tanto, ese tipo de abundante investigación “no provee evidencia robusta. Es decir, se hicieron estudios para generar hipótesis, no para tomar decisiones en salud pública”, ha explicado.
 
Y la actual pandemia ha dejado ver la gran importancia de la investigación que provee evidencia. “Todos queremos ver si el ensayo clínico de un medicamento o la vacuna sirve. Eso además guía la práctica (clínica) y la elaboración de protocolos”, entre otras cosas. Pero eso es lo que menos se produce en el país”, porque además se requiere gran inversión financiera, logística y recurso humano, ha analizado Sisa.
 
Si bien, antes de los cambios en la política pública había poca investigación longitudinal, los últimos años se redujeron más los estudios de cohorte y pasaron de 4,8 por ciento a 3,2 y los ensayos clínicos de 6,7 a 1,8 por ciento. Estos datos “pueden evidenciar la presión por publicar” que tenían las universidades.
 
“Por un lado se ha avanzado, pero eso a expensas de estudios de mayor calidad”, sin mencionar que las instituciones privadas producen más que las estatales, ha concluido el investigador.
 



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