PNUD advierte que la salud mental de la población puede tener implicaciones para la vida democrática
América Latina tiene 3,4 psiquiatras por cada 100.000 personas, muy por debajo de la media de más de 18 en los países de la OCDE
Mujeres más afectadas que los hombres. (Foto Freepik)
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Redacción. Quito
Según un nuevo estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (
PNUD), una de cada cuatro personas en América Latina y el Caribe (ALC) experimentará un
trastorno de salud mental a lo largo de su vida, lo cual tendrá, además, implicaciones para la vida democrática de los países.
Según el último
reporte del organismo internacional, los casos de
ansiedad y
depresión en los habitantes de ALC supera los
promedios mundiales.
Según el PNUD, la depresión, por ejemplo, puede distorsionar la percepción de la realidad, influyendo potencialmente en las
decisiones electorales y el
ámbito político.
“Estos impactos de gran alcance señalan que apoyar el bienestar mental no es solo una cuestión de cuidado, sino un elemento central para ampliar las libertades y construir
sociedades resilientes”, ha concluido el informe.
Aumento de brechas y problema de salud pública
Según ha señalado el PNUD en su reporte titulado “Fuertes por fuera, luchando por dentro”, para el año 2021 el 7,3 por ciento de la población de la región de ALC tenía un
trastorno de ansiedad, en comparación con 6.4 por ciento en los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, naciones industrializadas) y 4,7 por ciento a nivel mundial.
Hace dos décadas, América Latina y el Caribe y los países de la OCDE presentaban una
prevalencia similar (alrededor de 5,5 por ciento), pero la brecha ha ido aumentando.
La depresión también ha crecido, pasando de 3,5 por ciento en el año 2000 a 4,4 por ciento en 2021, aunque todavía está ligeramente por debajo del nivel de la OCDE (5,1 por ciento).
La ansiedad y la depresión son 1,8 veces más comunes en
mujeres que en hombres: nueve versus cinco por ciento en ansiedad, y seis versus tres por ciento en depresión.
En el reporte ha dejado claro el deterioro de la salud mental al destacar que “lo que antes era un
tema tabú, hoy se ha convertido en un
problema de salud pública en América Latina y el Caribe”.
En ese sentido, se ha mencionado que depresión ya es la segunda causa de
años vividos con discapacidad en mujeres y la tercera en hombres, es decir que las personas no pueden vivir plenamente debido a una condición que afecta su bienestar y funcionamiento.
Pero también se ha dejado claro que los trastornos de salud mental no siempre presentan
síntomas físicos visibles, como un sarpullido o una tos, pero su impacto es real. Puede afectar el desarrollo desde la infancia hasta la adultez, influyendo en el rendimiento académico, las habilidades sociales y las
oportunidades laborales futuras.
Al limitar la capacidad de las personas para participar plenamente en la sociedad, puede reducir la productividad, aumentar los
costos en salud y
protección social, y reforzar ciclos viciosos entre la
pobreza y enfermedades mentales.
Efectos en la democracia y sugerencias
El PNUD ha reconocido que los
servicios de salud mental son escasos en toda la región, y su asequibilidad sigue siendo un reto. La escasez se refleja en la baja disponibilidad de especialistas: en promedio, América Latina y el Caribe tiene 3,4
psiquiatras por cada 100.000 personas, muy por debajo de la media de más de 18 en los países de la OCDE.
A eso se suma que el sector rural enfrenta más desatención y limitaciones. Incluso cuando se logra un diagnóstico, el acceso al
tratamiento no está garantizado. Y las interrupciones en las cadenas de suministro de
medicamentos psicotrópicos a menudo impiden una atención continua y de calidad.
Y el PNUD ha dejado claro que a pesar de la carga creciente, la mayoría de los países de la región asignan
menos de tres por ciento de sus presupuestos nacionales de Salud a la salud mental.
Por ello ha sugerido aumentar la inversión e integrar la atención en salud mental en los servicios de
atención primaria, especialmente para las personas en zonas rurales o marginadas.
El organismo también ha sugerido que la tecnología puede jugar un papel importante mediante plataformas digitales de terapia en línea, las
redes de apoyo y aplicaciones móviles como complemente a los
tratamientos tradicionales.
Además, ha considerado oportuno integrar servicios de salud mental en las escuelas y espacios comunitarios como ayuda para reducir el estigma y la
sensación de exclusión.
Pero ha dejado claro que, a nivel regional, es necesario mejorar la recolección y reporte de datos para formular
políticas eficaces.
Por todo lo expuesto, el PNUD ha advertido que la salud mental también puede tener implicaciones para la
vida democrática: “la depresión, por ejemplo, puede distorsionar la percepción de la realidad, influyendo potencialmente en las
decisiones electorales y el ámbito político”.
“Estos impactos de gran alcance señalan que apoyar el
bienestar mental no es solo una cuestión de cuidado, sino un elemento central para ampliar las libertades y construir
sociedades resilientes”, ha finalizado el reporte.