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Salud Pública

ANÁLISIS DESDE LA ACADEMIA
Los cabos sueltos del plan de vacunación para CoVID19 en Ecuador
Las 8.000 dosis de la vacuna para CoVID19 sirven 'solo como un acto demostrativo', dice un epidemiólogo.
Jueves, 21 de enero de 2021, a las 17:22

Alberto Narváez de la UCE y María Fernanda Rivadeneira de la PUCE.


 Jonathan Veletanga/Cristina Coello.
Si bien para el ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, todo está organizado para llevar a cabo de manera eficiente la ‘fase 0’ de la vacunación contra la CoVID19, priorizando al personal de salud de primera línea, a varios académicos les preocupa la falta de información técnica del proceso de inmunización, incluyendo la farmacovigilancia.
 
En diálogo con EDICIÓN MÉDICA, Alberto Narváez, docente de la Universidad Central del Ecuador (UCE) y experto en políticas de control de enfermedades, ha manifestado que la preocupación se da porque “todavía no tienen un plan terminado, está en construcción. Las 8.000 dosis (que llegaron) van a servir solo como un acto demostrativo”.
 
Por su parte, María Fernanda Rivadeneira, coordinadora de la maestría de Epidemiología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) ha resaltado que, si bien la vacunación en general es uno de los grandes hitos de la Salud Pública y una importante acción frente a la pandemia, “no es la única, ni será suficiente”.
   
Narváez ha mencionado que el país debe ampliar el rango de vacunas y no “afiliarse”, desde el punto de vista geopolítico a determinadas inmunizaciones, como se ha anunciado. “Esto es un error muy grande porque nos seguirán llegando las vacunas a cuenta gotas, como ya sucedió con Pfizer”.
 
El ministro Zevallos ha indicado que el Gobierno ha asegurado la compra de 18 millones de dosis de varias vacunas: 2 millones de Pfizer, 4 millones de AstraZeneca, 4 millones de Covaxx y 8 millones de la iniciativa Covax de la OMS y GAVI.
 
Ante esta situación, el docente de la UCE ha considerado que es “un error muy grave” no contar con acuerdos para la adquisición de las vacunas chinas y la rusa que ha demostrado ser una de las más seguras”, dijo.
 
“De hecho AstraZeneca ha decidido hacer una alianza con los rusos para combinar sus vacunas, que son de la misma plataforma, y crear una vacuna que probablemente sea la más conveniente porque no necesitan congelamiento extremo sino temperatura de -2 a -8 grados, y esto es lo que tenemos en la red de frío del Ministerio de Salud Pública (MSP), que es bastante extensa en el país. Esto ampliaría el rango de vacunación” añade.
 
De su lado, Rivadeneira ha añadido que el país está apenas iniciando este importante proceso para el 70 por ciento de la población y, frente a ello, se hace más que necesario “pensar en las demás acciones y estrategias para contener la enfermedad y disminuir la mortalidad”.
   
Capacidad de vacunación
 
El Gobierno ha anunciado que la meta para el 2021 es vacunar a 9 millones de ecuatorianos hasta el mes de noviembre, sin embargo, Narváez ha considerado que es poco probable que lo logre debido a la capacidad de vacunación actual del país, que es limitada.
 
“Hasta ahora han anunciado que solo van a vacunar a 30.000 diarios. Si se toma en cuenta esto vamos a poder vacunar a 900.000 personas al mes. Haciendo cuenta no llegamos hasta octubre a los 9 millones”. Tendría que hacerse un esfuerzo mayor, pero esto ya será tarea del próximo Gobierno, ha dicho.
 
A criterio del galeno, el actual Gobierno, ya no será siquiera el que compre el resto de las vacunas, “únicamente dejarán haciendo compromisos”. Por lo tanto, el próximo tendrá que invertir más y ampliar la capacidad de vacunación incluyendo a los municipios, privados, pero controlando el tráfico de vacunación, si quiere alcanzar la meta establecida.
 
No obstante, Rivadeneira ha observado que, aunque el MSP tiene experiencia en campañas masivas de vacunación, no se ha enfrentado a una situación como la que estamos viviendo, para lo cual “tenemos ciertas limitaciones”, entre ellas equidad en el alcance a la vacuna, garantía de que la población reciba las dos dosis, un correcto registro y seguimiento de los inmunizados, entre otros.
 
“Además, está el tema del manejo de la vacuna, la cadena de frío y sobre todo la farmacovigilancia. Se requiere un fuerte componente de gestión, de manejo administrativo. Sí nos deja un poco preocupados la toma de decisiones”, ha manifestado y por ello ha insistido en la necesidad de considerar otros elementos adicionales a la vacuna.
 
Según cálculos hechos por Narváez, Ecuador necesitaría vacunar entre 3 y 3.5 millones de personas para controlar la epidemia y evitar muertes, así como mantener una buena estrategia de control. Entonces, “si logramos vacunar este número hasta junio, podemos ir vacunando con menos urgencia al resto de la población y hacer control de brotes”. Para este segundo punto, el próximo Gobierno deberá tener una política de oferta gratuita de pruebas y rastreo de contactos, que el MSP no ha hecho en este tiempo.
 
Para Narváez, el MSP está utilizando a la vacuna como una “cortina de humo” para no invertir en dos estrategias muy importantes: pruebas masivas gratuitas, ahora hay pruebas rápidas de antígeno, y rastreo de contactos. “Ninguna de estas dos estrategias el ministerio ha querido implementar por desidia, negligencia o porque no quieren gastar ni un centavo en el control de la epidemia. Pero esto es muy peligroso porque podemos tener una ola de muertes en las próximas semanas”.
 
Lo positivo del plan de vacunación
 
Narváez ha considerado muy positivo el que se haya empezado con los servidores de la salud porque se protege a los trabajadores de primera línea, además puede tener un efecto positivo en la ciudadanía: reducir la desconfianza que se ha generado en las vacunas para CoVID19.
 
“Que se vacunen profesionales y trabajadores de la salud tiene un efecto demostrativo de que la vacuna, a pesar de los eventos sucedidos, sigue siendo eficaz y segura, por lo menos para los menores de 80 años”, ha sostenido.
 
En este sentido, el académico espera que el MSP en verdad priorice al personal que está más expuesta al virus, como las personas que trabajan en Cuidados Intensivos (UCI), Emergencia, triaje, camas CoVID19, etc., así como a los sanitarios mayores de 50 años que tienen factores de riesgo.
   
Otras acciones

Rivadeneira coincide con Narváez en que es urgente reforzar el sistema de vigilancia epidemiológica con la detección rápida de casos, pero también ha insistido en la necesidad de entregar, tanto a la población como a los especialistas, información de calidad.
 
La epidemióloga ha considerado, por ejemplo, que el sistema sanitario del país enfrenta un serio problema de sub-notificación de casos, ya sea porque no lo reconoce o bien porque las personas con síntomas no acuden a los servicios de salud.
 
Por ello ha sugerido fortalecer la formación del personal que permita “analizar oportunamente la información e identificar lugares con silencios epidemiológicos, realizar búsquedas activas, determinar poblaciones vulnerables, ser capaz de reconocer las necesidades de respuesta y acción oportuna. Hay que recordar que la vigilancia epidemiológica es información para la acción”.
 
Por otro lado, a nivel colectivo, “ahora más que nunca es necesario una visión colectiva de cuidado. Pero ¿en quién residen las acciones de cuidado?”, se ha preguntado Rivadeneira, quien reconoce que, en parte, es responsabilidad de la población, pero también “del Estado como ente rector que debe recalcar y difundir las medidas preventivas” e implementar “políticas que nos permita hacer realidad esa urgencia de cuidados”.
 
Para la epidemióloga, “estamos viendo la punta de iceberg”, hay otros problemas no solo CoVID. Eso tiene relación con el funcionamiento de nuestro sistema social, sanitario y económico y por tanto respalda el trabajo en conjunto entre varios actores como son la academia, sociedad y Estado.
 
El dato
 
Narváez ha puntualizado que después de vacunar a los 9 millones de ecuatorianos es necesario mantener las medidas de bioseguridad (mascarilla, distanciamiento físico, ventilación y lavado de manos) por al menos un año más con el fin de aumentar la probabilidad de eliminar la transmisión del virus.




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