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A CORTO PLAZO
La vacunación de refuerzo contra la COVID-19 es una necesidad real
Todo indica que será necesaria por lo menos una vacuna anual para toda la población
Viernes, 19 de noviembre de 2021, a las 17:59
Lucy Balden, Andrea Gmez Ayora y Enrique Tern.

Lucy Baldeón, Andrea Gómez Ayora y Enrique Terán.


Cristina Coello. Jonathan Veletanga
La vacunación contra la COVID-19 ha facilitado que muchos países, incluido el nuestro, retomen actividades pese a continuar en pandemia. No obstante, la evidencia científica ha mostrado que el nivel de anticuerpos contra la enfermedad disminuye con el tiempo (aquí el enlace al CDC), de ahí la necesidad de una tercera dosis de refuerzo.
 
Ante esta situación, el Ministerio de Salud Pública (MSP) ha emitido los lineamientos para la aplicación de esta dosis de refuerzo para el personal sanitario, los mayores de 65 años y personas con inmunosupresión mayor a 12 años, a partir de los seis meses de haber recibido la última dosis.
 
Aún así, en las últimas semanas se ha visto que varios países, con importantes tasas de vacunación, han mostrado un repunte de casos de la infección. Con ello surge la inquietud de si será recomendable una dosis de refuerzo para toda la población y si es factible mezclar los tipos de vacunas.
 
EDICIÓN MÉDICA ha conversado con varios expertos y todos han coincidido en que la dosis de refuerzo de la vacuna contra la COVID-19 es una necesidad real a corto tiempo.
 
La directora del Instituto de Investigación de Biomedicina de la Universidad Central del Ecuador (UCE), Lucy Baldeón, ha estimado que dependiendo de la Epidemiología y lo que se observa en otros países, “estamos totalmente claros que necesitamos aplicar un refuerzo en la población en general” y eso es urgente en la población vulnerable.
 
En este sentido, Andrea Gómez Ayora, médica salubrista y epidemióloga, ha señalado que la aplicación de la tercera dosis ayuda a que la curva de contagios se estabilice y, por ende, con el paso del tiempo los casos disminuyan. Esto ya se ha podido observar en algunos países, como Chile en nuestra región.
 
Por lo tanto, ha considerado que es acertado que el Ecuador haya iniciado esta fase de vacunación. Con esto ha coincidido Enrique Terán, experto en Farmacología y docente de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
   
No obstante, Baldeón ha hecho un llamado de atención, señalando la situación actual de Europa, afectada por una nueva ola de contagios. “Hay que ser cautos y aprender de lo que está pasando allá. Tenemos la ventaja de que observamos con semanas de anticipación la evolución de la pandemia y sabemos que eso puede reflejarse aquí en América”, ha advertido.
 
De hecho, para la investigadora, el relajamiento de las medidas de bioseguridad pudo ser una de las causas del repunte de casos en el viejo continente. Por ello ha insistido en que “la pandemia no ha pasado” y, si bien, hay que reactivar las actividades se lo debe hacer manteniendo las estrictas recomendaciones de prevención.
 
En el Ecuador se percibe estabilidad en el contagio, sin embargo “el virus encuentra a los no vacunados” y eso hace necesario impulsar aún más la campaña de vacunación, además de “hacer mandatorio el uso de mascarilla y demás normas”, ha insistido.
 
“Mientras tengamos casos es muy importantes mantenernos con todas las medidas de bioseguridad, además de cumplir con todas las dosis de la vacuna a sus tiempos, para poder reducir la circulación del virus, y ojalá en algún momento podamos hablar que ya no hay casos en nuestros país”, ha agregado Gómez.
 
Importancia de la dosis de refuerzo
 
“Ha trascurrido prácticamente un año desde que empezó la vacunación en algunos país y esto nos da respuestas sobre la necesidad de esta tercera dosis. Hay vacunas que tienen una inmunidad más larga que otras; hay vacunas que tienen desafortunadamente una caída más rápida de anticuerpos y por esa razón surge la necesidad de administrar una dosis de refuerzo, ha manifestado Terán.
 
Baldeón ha explicado que las defensas humorales tras completar el esquema de vacunación se mantienen estables en el plasma de 6 a 8 meses, luego de lo cual se ha evidenciado una reducción. Entonces, “se necesita que el sistema inmune recuerde a ese antígeno (vacuna) para que vuelva a generar más anticuerpos y las células inmunes estén activas contra este patógeno”.
 
En casi todas las vacunas se ha observado que esta reducción de anticuerpos se produce a partir de los seis meses, de manera que colocar la dosis de refuerzo después de este periodo ayuda a que aumenten los anticuerpos y, a su vez, que se reduzca la probabilidad de desarrollar una enfermedad grave y la mortalidad, ha dicho Gómez.
 
Según datos regionales (provenientes de Chile), independientemente de la vacuna que se coloque, la dosis de refuerzo disminuye en un 94 por ciento el riesgo de enfermedad grave en comparación a quienes no han recibido esta dosis, ha sostenido.
 
Por estos motivos, Ecuador deberá empezar a establecer lineamientos claros para la aplicación de esta dosis, así como a gestionar una vacuna que permita llegar a toda la población.
 
Intercambio vacunal
 
Gómez ha puntualizado que, de acuerdo a la evidencia científica actual, la mezcla de vacunas produce una mejor respuesta del sistema inmune y generación de anticuerpos. “Los beneficios superan ampliamente a los efectos secundarios”, que son leves. Entre los más comunes  fiebre, dolor cabeza, malestar general y dolor en el lugar de la punción. Estos síntomas desaparecen en 24 o máximo 48 horas en la mayoría de casos.
 
Por su parte, Baldeón ha destacado que en las combinaciones híbridas (uso de distinto tipo de vacunas) “se ha visto una buena generación de defensas”, por lo tanto son efectivas.
 
“Lo que estamos haciendo (con diferentes vacunas) es exponer al cuerpo a antígenos de formas diferentes. Lo importante es que las personas estén protegidas y eso se alcanza con cualquier vacuna. Las combinaciones no son perjudiciales para la salud, pero hay que considerar las patologías de base de los pacientes, especialmente de adultos mayores e inmunodeprimidos”, ha determinado Baldeón.
 
Por estos motivos, Terán ha enfatizado que “la recomendación en la gran mayoría de sitios es hacer un intercambio vacunal, es decir, si usted recibió primero Pfizer, ahora reciba Astrazeneca; si usted recibió Sinovac, ahora reciba Astrazeneca, y así sucesivamente”.
 
“La vacuna mimetiza, guardando las distancias por su puesto, a la enfermedad para generar respuesta inmunológica. Entonces, si usted ya está vacunado y recibe una dosis adicional que es distinta en composición a la primera que recibió, el organismo puede generar una mayor respuesta  inmunológica, pero al mismo tiempo no se puede eximir de eventos adversos que no había presentado la primera vez”, como dolor de cabeza, fiebre, malestar, entre otros, ha detallado.
 
Afortunadamente, estos efectos son de baja intensidad y transitorios, no van más allá de las 48 horas, y lo que es mejor, responden muy bien a un analgésico común o a un antiinflamatorio de uso doméstico, por lo tanto “no deberían ser un factor de preocupación”, ha insistido Terán, tras instar a la población a no temer al intercambio vacunal.
 
¿Se puede hablar de vacunación anual?
 
Dado las características de la COVID-19,  Gómez y Terán han considerado que es probable que la vacuna contra esta enfermedad ingrese al esquema regular de inmunización, con lo cual pasaría a ser una vacuna anual.
 
“La COVID-19 llegó para quedarse y por lo tanto es altamente probable que nosotros tengamos que incluir la vacuna en el esquema rutinario, al menos por un periodo de 4 o 5 años, hasta que se logre alcanzar la inmunidad colectiva a nivel global”. Sin embargo, para Terán, lo ideal es que la vacuna se actualice cada año, con el fin de que incluya nuevas cepas, así como sucede con la vacuna contra la influenza. De esta manera, tendríamos mayor beneficio.
 
En este sentido, Baldeón y Gómez han sido enfáticas en señalar que aún con la vacuna, las personas pueden infectarse (generalmente por descuidar las medidas de bioseguridad), más aún cuando el virus pudo haber mutado o cambiado su forma de infectar. No obstante, han recordado que la vacuna evita la muerte y los casos graves.  
 
Es cierto que se han reportado muertes en personas totalmente vacunadas. No obstante, esos son casos aislados. “Más bien se ha registrado que quienes se han vacunado y se agravan por la enfermedad, logran recuperarse”, ha añadido Baldeón.
 
De ahí, la importancia de que toda la población se vacune con el esquema completo y con el refuerzo cuando sea su turno.
 
Terán ha aseverado que si bien es importante la vacunación de la tercera dosis, también es fundamental completar el esquema de vacunación en la mayoría de la población. “Ahí es donde tenemos preocupación porque el Ecuador se ha estancado en un 65 por ciento de la población con la inmunización completa”.
 
Para lograr el equilibrio lo recomendable es alcanzar el 85 por ciento, sin embargo, ciertos científicos ahora hablan de una vacunación del 90 al 95 por ciento de la población para lograr la inmunidad colectiva. Esto sin duda es un nuevo desafío para el país.
   




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