CALIDAD DE LA EDUCACIÓN	                            
	                            
	                                97% de estudiantes de Medicina en Ecuador son víctimas de maltrato durante su formación	                            
	                            
	                                Según el estudio la violencia está naturalizada en la carrera 	                            
		                        
	                        			                        	
	
		
			
				 
				
					Rodrigo Henríquez y Ana Lucía Martínez de la UDLA. 
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Cristina Coello. Quito
Un estudio realizado por 
Ana Lucía Martínez y Rodrigo Henríquez, investigadores de la Universidad de las Américas (UDLA), ha dejado entrever el agudo componente de violencia que existe en la formación médica, cuyos principales causantes son los docentes.
 
La recolección de datos se basó en una encuesta (a más de 700 alumnos) y entrevistas en 
universidades públicas y privadas en diferentes niveles de la carrera de Medicina. Se consultó si fueron víctimas de maltrato o violencia durante su formación.
 
“La violencia está naturalizada en la carrera” y se lo evidencia cuando “el grado, nivel y cantidad de maltrato se toma como 
un indicador de calidad de la educación”, ha considerado Martínez.
 
Henríquez ha resaltado que “lo más impactante fue encontrar que 
el 97 por ciento de los estudiantes (que completaron la encuesta) fueron víctimas o presenciaron un acto de maltrato durante su formación, es decir es un fenómeno frecuente”.
 
Martínez ha reprochado el “
fuerte componente de violencia de género” en la educación médica, sobre todo porque el principal origen del maltrato son los docentes, según han identificado los estudiantes.
El origen del maltrato
 
La violencia descrita está relacionada con el 
nivel jerárquico que se maneja en la carrera médica en general. La primera fuente de agresiones proviene de los docentes y las mujeres son las más agredidas.
 
Según la investigación, 
4 de cada 10 mujeres refieren haber enfrentado insinuaciones o acoso sexual (41 por ciento) y el 68 por ciento de ellas comentó haber recibido algún comentario ofensivo relacionado a su género.
En la mayoría de casos (70 por ciento) quienes comenten aquellos actos de maltrato son 
los profesores y, luego, otros médicos o compañeros.
	
		
			
				 
				
					Encuesta aplicada a estudiantes de unversidades públicas y privadas. 
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¿Diferencia entre pública y privada?
 
Aunque hay la percepción de que en las universidades públicas existe mayor grado de maltrato y menor reclamo, el estudio establece que no hay diferencia. Es decir, 
existe violencia en centros públicos y privados.
 
Para Martínez el origen de este problema “es justamente el 
modelo formativo” que difiere entre los centros públicos o privados. “El sistema sigue siendo el mismo, estamos hablando de un 
sistema médico que no forma, sino que deforma”.
 
“Los médicos (docentes) están pensando que un 
estudiante que no resiste a este tipo de maltratos o que reclama por ellos es uno que no tiene las condiciones para ser médico. Eso justamente habla de una deformación en la formación”, ha insistido.
 
El estudio, inédito en sus características, ha mostrado el altísimo grado de naturalización del maltrato, lo cual, además, “hace que 
nadie investigue el asunto, porque resulta que no es un problema, porque la carrera de Medicina es así”, ha criticado la especialista en salud sexual y reproductiva.
 
Martínez ha revelado que, al plantearse la investigación, “
ninguna universidad quiso hacerlo, pusieron trabas y fueron reacios a la ejecución del estudio”, por lo cual lo efectuó a través de los estudiantes y asociaciones de escuela.
 
“Eso habla de que 
hay una resistencia por parte de las instituciones 
a trabajar el tema de violencia por miedo a la pérdida de prestigio o matrículas de estudiantes”, ha considerado la investigadora.
 
Recomendaciones
 
Para Martínez, es importante “
replantearse la formación de los nuevos profesionales. Los mitos y paradigmas que existen alrededor de la carrera deben transformarse en el sentido de no centrarse en el grado de poder que pueda ejercer un médico”.
 
“Debemos apuntar hacia una medicina coparticipativa, humana y con una calidad y calidez en la atención. Obviamente eso exige que la formación de 
los médicos tenga esos parámetros”, ha añadido.
 
La investigadora cree que, actualmente, se considera que los estudiantes “tienen que resistir y 
sobrevivir la carrera, cuando en realidad tendrían que enamorarse y disfrutarla”.
 
Finalmente, Martínez se lamenta de que 
el enfoque de género sea “poco apreciado y tomado en cuenta a la hora de los estudios, las investigaciones y en la formación” universitaria.
 
Henríquez, por su parte, cree que 
el problema debe tomarse “con mayor seriedad en las escuelas de Medicina”. Estima que, de forma rutinaria, deben formularse encuestas a los estudiantes para “detectar y monitorear” el inconveniente.
 
“Esto debe llevarnos a pensar que hay que cambiar el cómo modelamos la formación de los profesionales de la salud, porque si son víctimas de maltrato y violencia es muy probable que ellos 
reproduzcan esto con sus pacientes o futuros alumnos”, ha concluido el docente.
 
En foros
 
La investigación se encuentra en los repositorios de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y también será 
presentada en el próximo congreso internacional de Medicina Familiar que se realizará en Quito.
	
		
			
				 
				
					Encuesta aplicada a estudiantes de Medicina. 
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