Programa Mundial de Alimentos alerta que en América Latina casi 41 millones de personas sufren hambre
Algunos países de Centroamérica experimentan pérdidas de cosechas varias veces en los últimos años
Jueves, 20 de noviembre de 2025, a las 14:17
Los fenómenos climáticos afectan la provisión de alimentos.
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Redacción. Quito
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha presentado su nuevo
informe sobre el
panorama alimentario, en el cual alerta que
América Latina y el Caribe tiene 40,8 millones de personas que sufren hambre. De ellas, se estima que 14,2 millones deben ser priorizadas para recibir asistencia directa.
En Sudamérica, y países como
Ecuador, los fenómenos extremos y la
volatilidad económica siguen impactando en los hogares más pobres.
Según el informe, los efectos combinados de
fenómenos climáticos como sequías prolongadas, inundaciones extremas, El Niño, huracanes, aunados a las
tensiones económicas, han aumentado la vulnerabilidad de millones de personas.
Y en ese sentido, el PMA ha estimado que en el 2026 más de 318 millones de personas enfrentarán
hambre, más del doble de lo registrado en 2019.
Este estudio regional conjunto de varias agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha determinado que el 74 por ciento de los
países latinoamericanos y caribeños enfrentan una alta exposición a eventos climáticos extremos que
erosionan la productividad agrícola y dificultan las cadenas de suministro.
Países del Corredor Seco de Centroamérica, como Honduras, Guatemala y El Salvador, han experimentado
pérdidas de cosechas varias veces en los últimos años, dejando a comunidades rurales con reservas mínimas y una creciente dependencia de la asistencia alimentaria.
En el Caribe, las crisis climáticas cada vez más frecuentes y devastadoras afectan con particular fuerza a Haití, un país que, además, enfrenta un grave deterioro de la seguridad y una
escasez crónica de alimentos básicos.
En regiones agrícolas de Bolivia, Perú, Paraguay y Argentina han registrado pérdidas por inundaciones o sequías, mientras que millones de migrantes y refugiados venezolanos continúan requiriendo
asistencia humanitaria para acceder a alimentos y servicios esenciales.
En este contexto, el PMA ha advertido del riesgo para región que implica la reducción de fondos internacionales, ya que la disminución de la capacidad operativa de la agencia podría “afectar programas de transferencias monetarias, distribución de alimentos,
nutrición infantil y fortalecimiento de capacidades locales, que en muchos países han sido clave para amortiguar los
impactos de la crisis alimentaria”.
¿Qué hacer frente a la crisis?
Ante la necesidad de hacer más con menos, el PMA ha anunciado que intensificará el uso de innovaciones,
nuevas tecnologías y alianzas con el sector privado para aumentar la eficiencia y el alcance de sus operaciones.
Para 2026, el organismo ha planeado combinar asistencia alimentaria de emergencia,
programas de nutrición, apoyo a medios de vida resilientes y fortalecimiento técnico de sistemas nacionales, con el objetivo de ayudar tanto a quienes enfrentan hambre inmediata como a quienes necesitan herramientas para reducir su vulnerabilidad a futuros choques.
“El PMA ofrece un
salvavidas crítico a las personas en la primera línea de los conflictos y los desastres climáticos, así como a quienes se han visto obligados a abandonar sus hogares”, ha declarado la directora ejecutiva del PMA, Cindy McCain.
Ella ha insistido en que superar el
hambre crónica requiere “un compromiso global real” e inversiones de largo plazo. El reto de la agencia en la región de las Américas “es doble: por un lado, debe asistir con recursos cada vez más escasos; y, por otro, los choques climáticos que se multiplican”, se ha mencionado en un comunicado oficial.