NO SOLO ES MALFORMACIÓN
Estudios en Ecuador encuentran anomalías en órganos como los riñones, hígado y la vesícula biliar en pacientes con microtia
Se estima que componente genético de esta malformación es de 25 a 30 por ciento
Jueves, 25 de septiembre de 2025, a las 13:20
Henry Vásconez, Fabricio González y Fausto Coello, investigadores.
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Cristina Coello. Quito
Malformación con pérdida auditiva.
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Un grupo de investigadores ecuatorianos ha observado por primera vez que la
microtia puede ser un problema de salud mucho más complejo, con consecuencias que trascienden la audición y alcanza
órganos vitales como los riñones y el hígado.
En entrevista con EDICIÓN MÉDICA,
Fabricio González, ha advertido que la microtia no es solamente un defecto congénito que afecta la formación de la oreja externa y piensa que no hay que verlo únicamente como una
malformación estética.
González, del
Grupo Ecuatoriano de Investigación en Microtia (GECIM), ha liderado tres investigaciones publicadas en las revistas médicas: The Journal of Craniofacial Surgery, Birth Defects Research y SN Comprehensive Clinical Medicine, y donde se ha abierto "un nuevo horizonte de comprensión" en relación a esta malformación.
Junto a
Fausto Coello y
Henry Vásconez también del equipo GECIM se ha identificado que la micotia no es solo un
oído malformado, “sino un espejo que refleja
factores de riesgo prenatales, patrones familiares de
herencia y vínculos insospechados con otras enfermedades”.
Los resultados de los estudios
Los tres estudios han contado con la colaboración de los
estudiantes de Medicina de la Universidad Central del Ecuador. El primero, publicado en
The Journal of Craniofacial Surgery, ha analizado a pacientes mestizos y reveló que más del 90 por ciento de los casos con microtia provienen de ciudades situadas a más de
2500 metros de altitud.
Para González, este dato plantea un interrogante inquietante: “¿Podría la
altura, con su
hipoxia crónica y otras
condiciones ambientales, estar influyendo en el desarrollo de la microtia?”
Por otro lado, ha llamado la atención el predominio de la malformación en varones, pero fue más preocupante la identificación de un
factor de riesgo evitable: el
consumo de alcohol durante el embarazo, incluso en cantidades consideradas ‘sociales’.
De allí que, el también docente, ha sido enfático en señalar que durante el embarazo está totalmente contraindicado el consumo de alcohol ya que “se asoció significativamente con la presencia de esta malformación en los hijos”. Para él, este hallazgo resalta la urgencia de reforzar las campañas de prevención y educación en
salud materna.
El segundo trabajo, publicado en
Birth Defects Research con el apoyo del médico especialista
Edwin Andrade ha comparado los
perfiles auditivos de pacientes con microtia esporádica y familiar.
Se encontró afectaciones graves.
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“Los resultados fueron contundentes: hasta un 80 por ciento de los oídos evaluados presentaban
pérdida auditiva conductiva” (es decir que el sonido no llega de forma efectiva al oído interno debido a un problema en el oído externo o el oído medio).
González ha explicado que, en los casos familiares, “la afectación es más grave, llegando incluso a observarse microtia grado 4 exclusivamente en este grupo. Esta evidencia apunta a que los antecedentes familiares no solo aumentan la probabilidad de padecer la condición, sino también su severidad”.
Y en ese sentido, los investigadores han advertido que cada niño con microtia “debería someterse a
pruebas audiológicas completas desde edades tempranas, pues el impacto en el desarrollo del lenguaje y la comunicación puede ser devastador si no se interviene de manera oportuna”.
Pero el líder de los estudios ha dejado claro que no se trata de que estas personas pueden ser sordas solo de un lado. “La sordera es bilateral” y por tanto esta condición requiere de seguimiento médico continuo ante los diferentes grados de gravedad que presenta.
Uno de cada 5 presentó anomalías abdominales.
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La tercera investigación, publicada en
SN Comprehensive Clinical Medicine con el respaldo del
Eduardo Yépez-García y
Giovanna Narváez-Miranda ha buscado más allá del oído. Se realizaron
ecografías abdominales a 146 pacientes con microtia y se encontró que casi
uno de cada cinco presentaba anomalías en órganos como los
riñones, el
hígado y la
vesícula biliar.
Entre las alteraciones más frecuentes destacaron
hígado graso,
ectasia de la pelvis renal y
sistemas colectores duplicados. “Estos resultados demuestran que la microtia puede ser la punta del iceberg de una
condición multisistémica”, ha estimado González.
La microtia no es solo una malformación del oído externo, sino una condición multisistémica que exige integración entre otorrinolaringología
, genética, audiología,
pediatría e imagenología, además de políticas públicas de detección y seguimiento, ha comentado.
Por ello, los investigadores han sugerido replantear los protocolos médicos y añadir
estudios abdominales de rutina en el
diagnóstico de todo paciente con microtia.
González ha recalcado que los tres estudios “ofrecen una visión inédita y profundamente reveladora: la microtia en Ecuador es más frecuente de lo que se creía, se asocia a factores de riesgo prevenibles, muestra un
componente hereditario importante y, en no pocos casos, va acompañada de alteraciones que comprometen órganos vitales. No se trata, por lo tanto, de un defecto aislado del pabellón auricular, sino de una
condición médica compleja que requiere un abordaje multidisciplinario”.
Consideraciones para el primer nivel de atención
González ha mencionado la necesidad de que el país también cuente con un
registro nacional de anomalías congénitas, para saber cuántos niños nacen con este y otros problemas. “La primera medida de salud pública es el registro”.
La segunda medida es el
tamizaje auditivo neonatal, aunque el docente ha reconocido que en el país “la realidad es que se hace tamizaje neonatal solo a la mitad de los recién nacidos y la otra mitad queda en el aire. Se puede tener la oreja buena pero no escuchar y eso es un problema que puede ser identificado con el tamizaje”, ha dicho.
La tercera medida que requieren estos pacientes es un
seguimiento y el primer nivel debe observar además si es un problema familiar para derivar al centro de genética. “Imagínese el retraso en el
desarrollo cognitivo porque no pueden escuchar”, si estos pacientes no tienen seguimiento adecuado en su proceso de desarrollo, se ha quejado.
Finalmente, González ha señalado que esta malformación no se puede se puede prevenir, pero sí puede haber “un
diagnóstico precoz en el embarazo y luego un seguimiento para que tengan una vida lo más digna posible”.
Algunas particularidades
El investigador ha recordado que el Ecuador es el único país donde
las ciudades principales de la región Sierra están ubicadas en alturas de más de 2.500 metros sobre el nivel del mar. “Eso puede estar relacionado con el aparecimiento no solo de microtia sino de otras anomalías congénitas”, ha declarado.
También ha mencionado que el componente genético de la malformación está entre el 25 a 30 por ciento si se tiene un
familiar directo con el mismo problema (hermano, padres, abuelos). El resto son casos esporádicos un 60 a 70 por ciento son esporádicos.
Para González, hay que dejar de considerar a la microtia como una “
curiosidad clínica”, ahora debe entenderse como “un desafío de salud pública, un indicador de vulnerabilidades ambientales y genéticas, y una oportunidad para transformar la manera en que la ciencia y la medicina ecuatoriana se enfrentan a las malformaciones congénitas”.
El dato
El GECIM está integrado por especialistas de la Unidad de Medicina Traslacional de la
Universidad Central del Ecuador (UCE), del Colegio de Ciencias de la Salud de la
Universidad San Francisco de Quito (USFQ) y de la Dirección de Posgrados en Salud de la
Universidad Indoamérica (UTI).
Estudiantes colaboradores de la UCE.
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