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Interpretación de las pruebas rápidas requieren de personal capacitado
Este insumo solo tiene 30 por ciento de sensibilidad
Lunes, 11 de mayo de 2020, a las 15:03

El patólogo clínico debe analizar el resultado.


Cristina Coello. Quito
En un conversatorio con medios de comunicación, organizado por la Asociación Ecuatoriana de Distribuidores e Importadores de Productos Médicos (ASEDIM), sobre dispositivos médicos y la emergencia sanitaria se ha advertido que la utilización de pruebas rápidas para el CoVID19 también requiere de una adecuada interpretación.
 
Las pruebas rápidas son fáciles de usar y el resultado se obtiene en poco tiempo. El personal que lo realiza requiere de un entrenamiento muy básico para su procesamiento. Sin embargo “hay que tener cuidado, porque no todos pueden interpretar esos resultados”, ha sido enfático en señalar Yeffrid Yalta, especialista peruano en Laboratorio clínico y consultor internacional de calidad.
 
El experto ha recordado que según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) hay que entender las limitaciones de estas pruebas para un empleo correcto.
 
También ha recalcado que es importante tomar en cuenta la fase de la infección. “Un resultado negativo de estas pruebas no descartan la infección. Necesitamos conocer la clínica para realizar una adecuada interpretación”, de allí que ha destacado la necesidad de un patólogo clínico en el análisis de resultados.
 
Yalta ha descrito que desde el momento de la infección transcurren entre 5 y 7 días hasta la manifestación de síntomas. Allí se produce el aumento de la carga viral dentro del organismo que “va disminuyendo a partir de la segunda semana en pacientes que logran recuperarse”.
 
La inmunoglobulina M, es una de las cinco clases de anticuerpos producidos por el organismo y son de aparición temprana, mientras las G son de aparición más tardía. Se diferencian en que las primeras dan un estimado de cómo se está defendiendo el cuerpo y las segundas en cómo se va a mantener defendiéndose.
 
Pero hay un período en donde no se van a evidenciar esos anticuerpos y es el denominado período ventana en el cual la prueba rápida no funciona y por ello se asegura que “dan una falsa seguridad”, ha insistido Yalta.
 
En ese sentido, “este tema hay que manejarlo con mucho cuidado, hay que saber en qué momento pedirlas y eso tiene mucho que ver con el conocimiento de la historia natural de la enfermedad”, ha añadido.
 
Según Yalta, también hay que considerar que los anticuerpos en algunas personas no se producen en la cantidad suficientes (pacientes con enfermedades crónicas) como para ser detectados por las pruebas rápidas que no disponen de una sensibilidad adecuada.  Otros alargan el período ventana y por tanto no se descarta una infección.
 
En el conversatorio se ha indicado que las pruebas rápidas solo tienen un 30 por ciento de sensibilidad, comparadas con las pruebas de PCR. Por eso no son colocadas en los algoritmos diagnósticos.
 
Yalta ha comentado que el Ministerio de Salud Pública de Ecuador (MSP) publicó recientemente un protocolo de uso de estas pruebas rápidas, en el cual se toma en cuenta a quienes tienen síntomas de menos de 7 días y los que los muestran por más de 7, para a partir de ello recomendarlas (en este último caso considerando cuatro condiciones sintomáticas).
 
Antes de retomar actividades laborales
 
Para el investigador y docente de la Universidad de la Américas (UDLA), Rodrigo Henríquez, las pruebas más confiables de diagnóstico y que permiten determinar el contagio de la enfermedad son las moleculares (PCR).
 
No obstante, ante la imposibilidad de realizar de manera masiva las pruebas de PCR, el uso de estas pruebas basadas en serología (rápidas) “puede dar una idea de, por ejemplo, cuantas personas estuvieron en contacto con el virus y han desarrollado algún tipo de anticuerpos”.
 
“Independientemente de eso, no nos escusa de la responsabilidad de implementar las otras medidas de salud pública, como distanciamiento, mascarillas, lavado de manos, desinfección, no tocarse la cara, etc”, ha recalcado Rodríguez.
 
Por otro lado, y ante el progresivo retorno a las actividades laborales, “es indispensable tener orientaciones claras por parte de las autoridades reguladoras sobre las pruebas rápidas porque existe un vacío de información con respecto al desempeño diagnóstico de estas pruebas. Esa información es importante para establecer protocolos adecuados en las empresas”, ha advertido el investigador.
 
De su parte, Juan Jara, especialista en sistemas de gestión de calidad y seguridad industrial, ha señalado que la enfermedad del CoVID19 “nos cambió la forma” de operar los hospitales.  “Siempre habrá enfermedades nosocomiales, pero hoy se tiene un agente adicional” que debe ser considerado previo a cualquier procedimiento, como una cirugía, por ejemplo.
 
En ese contexto, Jara también ha recordado que la eficacia del equipo de protección personal (EPP) “no depende solo de su estructura y de cumplimiento de norma. Si no básicamente del uso que le den. Si una persona no se coloca adecuadamente la mascarilla, como la prueba de hermeticidad establecida en el manual de uso, la probabilidad de que ese equipo cumpla su función, disminuye”.



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