Edición Médica

Martes, 20 de mayo de 2025
07:16
Ecuador | Colombia
Avances

USO CON RESPONSABILIDAD
Suplementación con criterio: ¿cuándo tiene sentido y cuándo es una pérdida de dinero?
Lunes, 19 de mayo de 2025, a las 20:03

 Tomar suplementos “por si acaso” es una práctica poco racional.


Redacción. Quito
En los últimos años, el mercado de los suplementos nutricionales ha experimentado un auge explosivo. Se promocionan como soluciones para dormir mejor, concentrarse más, tener más energía o incluso “reducir el estrés”. Pero frente a esta avalancha de cápsulas, polvos y promesas, vale la pena hacerse una pregunta básica pero esencial: ¿realmente necesitamos suplementarnos? ¿O estamos tirando el dinero en productos que no aportan beneficios reales?

La industria ha crecido al calor del marketing, muchas veces por encima de la ciencia. En Ecuador, basta con visitar cualquier farmacia o tienda naturista para ver estantes repletos de productos que prometen mejorar todos los aspectos de la vida. Sin embargo, más no siempre es mejor, y consumir suplementos sin una razón médica o nutricional válida puede ser, en el mejor de los casos, inútil, y en el peor, perjudicial.

¿Qué es un suplemento y para qué sirve?

En teoría, un suplemento es un complemento a una dieta equilibrada. Su función no es curar enfermedades, sino cubrir deficiencias o apoyar funciones fisiológicas cuando hay una necesidad identificada. Son útiles, por ejemplo, cuando la dieta no alcanza a cubrir ciertos requerimientos, o cuando el cuerpo tiene una mayor demanda por alguna razón específica (embarazo, enfermedad, estrés crónico, envejecimiento, etc.).

El problema empieza cuando se usan sin criterio, como si fueran soluciones mágicas para cualquier molestia o “mejora de rendimiento”. Hay personas que toman 4 o 5 productos diferentes cada día sin saber si realmente los necesitan, sin saber cómo interactúan entre sí, y sin supervisión profesional.

Casos donde la suplementación sí tiene respaldo

No todo es humo. Hay contextos clínicos donde ciertos suplementos tienen evidencia sólida y son recomendados por profesionales de la salud:

• Vitamina D: Personas con baja exposición solar, adultos mayores o con obesidad frecuentemente presentan niveles bajos. Su deficiencia puede afectar la salud ósea y el sistema inmune. En Ecuador, aunque hay sol todo el año, el estilo de vida urbano (oficinas, pantallas, poco tiempo al aire libre) ha llevado a un aumento silencioso de casos de déficit.

• Creatina: Aunque es conocida por su uso en el deporte, también hay estudios que avalan su utilidad en personas mayores para conservar masa muscular y en funciones cognitivas. Se está estudiando incluso en contextos neurológicos como el Parkinson o la depresión resistente.

• Magnesio: Su deficiencia es más común de lo que se piensa. Puede manifestarse en forma de calambres, insomnio, irritabilidad o fatiga. El estrés crónico y el consumo excesivo de cafeína o alcohol pueden agotar las reservas. En estos casos, suplementar con citrato de magnesio, una forma bien absorbida por el cuerpo, puede ser útil. A diferencia de otras formas menos biodisponibles como el óxido, el citrato se asimila mejor y suele provocar menos efectos digestivos adversos.


• Inositol: En casos como el síndrome de ovario poliquístico (SOP), algunos estudios han mostrado mejoras en la sensibilidad a la insulina y la función ovárica. También se está investigando su efecto en trastornos de ansiedad y trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), aunque los resultados aún son preliminares.

¿Cuándo es mejor no tomar nada?

• Si no hay una deficiencia ni síntoma claro. Tomar suplementos “por si acaso” es una práctica poco racional. La prevención no pasa por automedicarse con vitaminas, sino por tener hábitos saludables y hacerse chequeos regulares.


• Si el suplemento promete resultados vagos o exagerados, como “desintoxicar”, “quemar grasa” o “rejuvenecer las células”. Muchas de estas afirmaciones no tienen base científica y juegan con las expectativas del consumidor.


• Si la calidad del producto es dudosa. Muchos suplementos del mercado no están regulados, no pasan controles de calidad o no contienen lo que dicen tener. En Ecuador, no todos los productos importados tienen registro sanitario, y algunos ni siquiera declaran su país de origen.

¿Cómo elegir un suplemento confiable?

• Forma química adecuada: No todas las versiones de un nutriente se absorben igual. Por ejemplo, el citrato de magnesio es mucho más biodisponible que el óxido de magnesio, que se absorbe mal y puede causar efectos laxantes.


• Certificación sanitaria: En Ecuador, todo suplemento debe contar con el registro sanitario del ARCSA. Si no lo tiene, su venta es ilegal y su consumo riesgoso.

• Transparencia en dosis y composición: Que incluya etiqueta clara, sin mezclas “propietarias” ni fórmulas secretas.

• Reputación del laboratorio: No es lo mismo comprar un producto de una farmacia reconocida que de una tienda informal en redes sociales o plataformas sin regulación. La trazabilidad es clave.


Suplementar con cabeza, no con ansiedad

Tomar suplementos no debe convertirse en una rutina sin sentido ni en un acto impulsivo por lo que se ve en redes. Un suplemento no reemplaza una buena alimentación, el ejercicio ni el descanso. En muchos casos, ni siquiera es necesario.
La clave está en informarse, hablar con un profesional de salud y entender que no todo lo “natural” es inocuo, ni todo lo popular es efectivo. Si hay una deficiencia documentada o una indicación concreta, adelante. Pero si no hay evidencia ni necesidad real, el mejor suplemento es el que no se compra.




Política de cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para recopilar información que ayuda a optimizar su visita. Las cookies no se utilizan para recoger información de carácter personal. Usted puede permitir su uso o rechazarlo, también puede cambiar su configuración siempre que lo desee. Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestra Política de cookies.